Una nube pública funciona mediante un grupo compartido de recursos informáticos, como servidores, almacenamiento y redes, proporcionados por un proveedor de servicios en la nube de terceros a través de Internet. Estos recursos se hospedan en los centros de datos del proveedor y están disponibles para varios clientes de pago por uso o suscripción.
Entre las características de una nube pública se incluyen:
infraestructura y virtualización. Los proveedores de nube pública operan grandes centros de datos con miles de servidores. Mediante la tecnología de virtualización, dividen estos recursos físicos en máquinas virtuales (VM) o contenedores, que se asignan a los clientes en función de sus necesidades.
Acceso a petición. Los usuarios pueden acceder a los servicios en la nube a través de una interfaz basada en web, API o herramientas de línea de comandos. Pueden escalar o reducir verticalmente los recursos rápidamente, en función de las demandas de carga de trabajo.
Modelo multiinquilino. Múltiples empresas, individuos u organizaciones comparten la misma infraestructura subyacente, pero los datos y aplicaciones de cada cliente permanecen aislados por razones de seguridad y privacidad.
Precios de pago por uso. Los clientes se facturan en función del uso, como la potencia informática, el almacenamiento, el ancho de banda y servicios adicionales, como herramientas de inteligencia artificial, bases de datos o análisis.
Servicios administrados y seguridad. El proveedor de servicios en la nube controla el mantenimiento, las actualizaciones y las medidas de seguridad, incluidos los firewalls, el cifrado, las certificaciones de cumplimiento y las soluciones de copia de seguridad para proteger los datos de los clientes.
Accesibilidad global. Los proveedores de nube pública suelen tener una red de centros de datos en todo el mundo, lo que permite a los clientes implementar aplicaciones y acceder a los datos desde cualquier lugar con una conexión a Internet.
Entre los servicios clave de una nube pública se incluyen: